domingo, 30 de julio de 2017

«Dios en tu prójimo»... Recuerdos del tiempo en que leí a Louis Évely

Hoy, después de haber releído un librito que siendo seminarista leí por primera vez, hace miles de años «Dios en tu prójimo», quiero hablar, más que esta pequeña obra, de su autor, Louis Évely (1910-1985), porque es alguien que leí y después de tiempo supe quién era y que había sido de su vida. ¡Todos podemos fallar! ¡Todos podemos equivocarnos! Por eso, como decía san Felipe Neri, yo también constantemente le digo al Señor: «No me sueltes de tu mano, porque te traiciono».

Louis Évely fue un escritor espiritual belga que leí mucho cuando era seminarista en Monterrey, sin saber, sino tiempo después, que se trataba de un sacerdote que en 1968 había sido reducido al estado laical. Évely publicó varios libros sobre la vida espiritual. Después de dejar el sacerdocio se casó pero permaneció activo como un líder espiritual.

Évely fue un pedagogo de la vida espiritual y al mismo tiempo una maravilla editorial. Varias de sus obras se vendieron en cientos de miles y fueron traducidas a 25 idiomas. La fama de Louis Évely fue grandísima en los años 1960 y se extendió, pues yo leí muchos de sus libros en los 80s.

La mayor parte del trabajo de Évely, más que el fruto de la investigación académica, proviene de la predicación en conferencias y retiros y de la respuesta que la resonancia de sus palabras hicieron en el corazón de miles de cristianos Muchos de sus oyentes transcribieron el texto de las conversaciones para difundirlas entre sus iglesias, a menudo en copias de carbono o fotocopias, mucho antes de que los textos llegaran a editores e impresores.

Louis Évely nació en Bruselas el 5 de noviembre de 1910. Considerado un estudiante brillante, también era un adolescente místico que descubrió, gracias al Movimiento Scout, un sentido de solidaridad hacia los demás y de lo práctico. Después de haber completado su educación universitaria y obtenido dos doctorados, uno en derecho y otro en filosofía, entró en el seminario mayor en Malines-Bruselas a la edad de 23 años. Fue ordenado sacerdote a los 27 años asignado a asistir a una escuela rural muy pobre. Esta experiencia se convirtió para el joven sacerdote en una oportunidad. A través de su experiencia de catequizar a los niños, Louis aprendió a presentar el mensaje del Evangelio con una sencillez para la que más tarde adquirirá renombre.

Se le ocurrió una experiencia similar como capellán de la resistencia anti-nazi de la Segunda Guerra Mundial en las Ardenas. El sacerdote de repente se enfrentó a la tarea de abordar agnósticos o anticlericales Maquis. Después de la guerra, apreciado por su trabajo con la resistencia, se convirtió en el director de una escuela, mientras trabajaba también como maestro y capellán de varios grupos católicos cercanos. Dibujado por la espiritualidad del beato Charles de Foucauld, comenzó en Bélgica algunas fraternidades inspiradas por las ideas de Foucauld. En ese momento, la reputación de Évely como predicador lo llevó a convertirse en un director de retiros espirituales popular, orador en conferencias religiosas ,  predicador y eventualmente colaborador de una serie de direcciones de radio cuaresmales. Fue a partir de estos discursos que se desarrollaron sus primeros libros.

Évely comenzó a adquirir la reputación de hablar con humor y cierta audacia que más tarde parecía haber anticipado las afirmaciones del Concilio Vaticano II, pero que en ese momento irritaba a sus superiores. En 1957 su arzobispo, el cardenal Leo Jozef Suenens, que había sido compañero de clase, le pidió que no publicara más libros porque algunos contenían ideas erróneas. Poco después se vio obligado a dimitir como director de la escuela. La salud de Évely se deterioró seriamente y se le ordenó tomar un tiempo de descanso en las montañas de Francia, que duró varios meses. Al completar su descanso, en lugar de regresar a Bélgica, se convirtió en oblato en la abadía cisterciense de Aiguebelle, en Provenza, Francia. Sin tomar los votos monásticos, tomó la vida de un monje: de cantar y rezar, participar en la obra manual de la abadía, así como en los tiempos de estudio y de oración. Esta vida contemplativa satisfacía plenamente sus aspiraciones místicas, pero con la ayuda del abad se dio cuenta de que su verdadera vocación era la de ser un evangelizador. Así se convirtió en predicador itinerante en el suroeste de Francia, ayudando al resurgimiento espiritual de las parroquias y dirigiendo retiros.

La manera de hablar sobre la fe introducida en el Vaticano II a principios de los años sesenta por el santo Papa Juan XXIII, pareció coincidir con el estilo de predicación y escritura que era entonces la marca de Louis Évely, pero enfrentó muchos obstáculos cuando su obispo le rechazó el imprimatur de una de sus obras, una declaración entonces esencial para la publicación de un libro escrito por un sacerdote. En contraste, las traducciones de sus obras obtuvieron fácilmente la bendición de los obispos en todo el mundo. Después de una serie de luchas internas, solicitó ser reducido al estado laical, petición que las autoridades de la iglesia le concedieron en el verano de 1967. Comenzó entonces un período prolífico en el que produjo y refinó algunas de sus obras más prestigiosas, particularmente las tocantes a la oración de hombres y mujeres modernos. ¿Qué lo llevó a tomar esa determinación? No lo se, ni lo encontré nunca en sus libros. Ahora que tenemos la magia de Internet, he buscado algo en relación a él y no encuentro nada, o casi nada. No me toca a mi juzgar su decisión, lo que sí puedo afirmar, es que muchas de sus obras alentaron mi caminar en los años iniciales de mi formación sacerdotal.

Tres años más tarde de su reducción al estado laical, a la edad de 60 años, Évely se casó con una antigua amiga, Mary, con la que estableció una casa en Piégros-la-Clastre, un pequeño pueblo de Provenza. Allí, poco a poco, recuperó su predicación pública, incluyendo a menudo charlas a protestantes, en Alsacia y Suiza. En respuesta a reiteradas peticiones, la pareja Évely inició una casa de oración, conocida como "L'Aube", donde todavía hoy en día una comunidad realiza ejercicios espirituales y cursos de formación. En la década de los 80s, que fue cuando yo leí varios de sus libros, Evely sintió que su fuerza disminuía a medida que su salud decaía, probablemente afectada por una enfermedad tropical contraída durante una gira de conferencias en África. Murió el 30 de agosto de 1985, poco antes de la medianoche, a la edad de 75 años.

El libro que acabo de releer, «Dios en tu prójimo», es un libro de 115 páginas que contiene resúmenes, ideas y comentarios redactados a vuela pluma del autor sobre temas referentes a Dios, al hombre y a los hermanos. El título no se lo dio él, sino la editorial que lo publicó. Para nosotros leer el libro es hacerlo desde «el hoy», que hace fácil entender la teología espiritual que el autor maneja, pero, en su tiempo, parecía haberse adelantado demasiado con mucho atrevimiento. Es un buen libro para reflexionar cómo andamos en nuestra relación con Dios, a quien no vemos, y al prójimo, en quien debemos ver a Dios. Muchas cosas de las que aquí Évely escribe, siguen siendo un reto, como por ejemplo las palabras iniciales del libro: «La religión de muchos de nuestros contemporáneos se caracteriza por ser la religión de la ausencia de Dios. La vida religiosa actual anda escasa de valentía y de entusiasmo (en-Theos quiere decir Dios-en-nosotros, según su etimología griega). El libro ha sido reeditado muchas veces. La edición más nueva que conocí es de 1980 y es la novena edición.


Louis Évely,
"Dios en tu prójimo",
Ed. Sígueme,
Salamaca 1966,
115 páginas.

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